Apuntes sobre los misterios de la Ermita de San Bartolomé, en Soria, España.
Antes de comenzar quisiera agradecer las interesantes aportaciones de algunas personas, cuyas investigaciones me han ayudado mucho en la elaboración de este apunte histórico: Juan García Atienza, Alejandro Aylagas, Alvaro Rendón, Angel Almazán, Gonzalo Arenas, Rafael Fuster, Jordi Aguadell, y Carlos Sánchez-Montaña.
Esto es un extracto de los apuntes históricos de la novela Los versos de Pandora.
1. Antecedentes históricos.
La ermita permanece intacta durante nueve siglos.
Actualmente se desconocen muchos datos ciertos, y contrastados históricamente, sobre la construcción de la Ermita de San Bartolomé, y sobre la villa de Ucero, en la que se ubica un gran castillo templario. Los historiadores estiman su construcción entre finales del siglo XII y principios del XIII. Los arqueólogos aseguran que las cuevas del cañón fueron habitadas en tiempos prehistóricos, según atestiguan algunos vestigios. La zona no atrajo el interés ni de los romanos, los visigodos, los moros, ni los cristianos. Permaneció básicamente abandonada, incluso durante la repoblación de la región de Osma en el siglo XII. Hasta el año 1157 no apareció la primera mención a Ucero.
Los documentos de la orden del Temple mencionan la existencia del Monasterio de San Juan de Otero entre sus varias posesiones y encomiendas de Soria; y resaltan que era ampliamente conocido, porque sus monjes se iniciaban allí en saberes trascendentales, sin embargo, ningún acta ofrece detalles sobre su ubicación exacta, ni sobre sus características. Bien conocida debía ser su relevancia, puesto que en el año 1170, el Papa Alejandro III, menciona el monasterio de San Juan de Otero en una bula.
Tras la aniquilación de la orden del Temple, mediante la bula papal de Clemente IV, del año 1310, las posesiones de los templarios pasaron a manos de la Iglesia, o del rey. En este caso, el monasterio de San Juan de Otero pasó a formar parte del inventario del obispado de Osma. La discreta y alejada ermita dejó de suscitar interés sin el auspicio de los templarios. Se cambió de nombre al de abadía de San Bartolomé. La abadía careció de oficio, ni ministerio, salvo por las esporádicas visitas de algunas personalidades. Durante siglos posteriores fue objeto de algunas disputas territoriales sin gran repercusión. A partir del año 1800, el abad a su cargo mostró tan poco interés por el lugar, que delegó su cuidado a un guardés. La invasión napoleónica, que ocasionó grandes destrozos en la villa de Ucero, apenas prestó atención a esta recóndita ermita, que sobrevivió ilesa a los franceses, y las reformas posteriores. La desamortización del siglo XIX acabó con su estatus de abadía, dejando a la ermita desamparada de los recursos de la Iglesia. Entonces, el párroco de Ucero, junto con los feligreses de la comarca, se hizo cargo del mantenimiento de la ermita, preservando intacto el exterior, y acondicionando su interior según su conveniencia. Tapiaron algunas ventanas y accesos, repavimentaron el suelo, sustituyeron la piedra del tejado por tejas, y construyeron una sacristía anexa, tal y como se encuentra actualmente. Alrededor del año 1870, se sustituyó la virgen románica de la salud por una nueva. La antigua era demasiado pequeña, de color negro, y estaba muy estropeada. El 13 de Agosto de 1931, la Comisión Provincial de Monumentos consideró la ermita un tesoro artístico nacional, lo que contribuyó a que saliera ilesa de la Guerra Civil española, y de la dura transición posterior. En el año 1985, el entorno que la rodea se catalogó como parque natural.
<>Lo asombroso de esta escueta cronología es que la ermita haya sobrevivido intacta a nueve siglos de avatares, salvo por las obras detalladas del siglo XIX. Hoy tenemos la oportunidad de asomarnos, casi en directo, a esta ventana del pasado, y de intentar sintonizar con el elaborado “ars memorie” que sus constructores se preocuparon por legarnos. A pesar de su sencillez, hay ciertos elementos atípicos que llaman la atención en esta construcción del S XII: su ubicación, su orientación, su estructura, su decoración, su original nombre, y los 112 canecillos que bordean sus cumbreras.
2. Ubicación.
Un emplazamiento que escribe geológicamente el nombre de Dios.
En 1979, el investigador Juan García Atienza publicó un libro, “La meta secreta de los templarios”, en el que reseñaba una serie de sugerentes coincidencias geográficas. La ermita equidistaba de los enclaves más extremos de España: el cabo de Finisterre, en Galicia, al oeste, y el cabo de Creus, en Gerona, al este; La distancia estimada desde la ermita a ambos lugares era de 527,127 Km.
Utilizando la ermita como centro de una gran cruz templaria, en la que sus aspas se abrían 40º, y se separaban 50º entre sí, coincidía que los bordes de dicha cruz intersectaban con los enclaves templarios o esotéricos más relevantes de la península Ibérica, como Toledo, Caravaca, Culla, Palma de Mallorca, Fátima y Tomar entre otros.
La posterior precisión aportada por la navegación GPS refutó esta supuesta equidistancia que incurría en una inexactitud mínima de entre 4 y 5 km. Sin embargo, haciendo gala de tan científica exactitud, habría que considerar que no es Finisterre el extremo más occidental de España, sino el cabo de Touriñán. Aplicando de nuevo la medición GIS, los resultados arrojan una diferencia de ¡49 metros! Por un lado 532,793 y por otro 532,744, que expresados en millas romanas (1.480 m/Km) arrojan un resultado de 360 millas romanas por cada lado. ¡Una cifra redonda!
En mi opinión, semejante coincidencia sólo puede ser debida a la gran sensibilidad e intuición de sus constructores, o al hecho de que esta ubicación tan precisa encaja en el arco que se trazaría al conectar cuatro elementos naturales que retratan geológicamente el nombre de Dios en este peculiar enclave. Recordemos que las letras hebreas YHVH simbolizan: mano, ventana, clavo y ventana.
A menos de cien metros hacia el sur de donde está ubicada la ermita, se erige un monolito natural de unos ocho metros de altura que, según los arqueólogos, fue objeto de culto desde tiempos primitivos. Este monolito podría interpretarse como el índice de la mano de Dios apuntando hacia lo que queremos (Y). La ermita se ubica exactamente entre dos ventanas de roca, una que mira hacia el cielo justo al oeste de su ubicación (H), y otra, al este, formada por la entrada de la cueva que da acceso al interior de la tierra (H). La ermita, en sí misma, conforma la punta de un atolón de roca, semejante a un gran clavo calcáreo (V), como bien se percibe desde una perspectiva aérea.
Sin embargo, la transcripción geológica del nombre de Dios en esta ubicación tan especial, podría formularse de otra manera aún mas literal, y conforme a la grafía de las letras. El monolito, el único en la zona en muchos kilómetros, bien puede reseñar la letra “Y”. Las ventanas pétreas encajan con una “H”, tal y como se escribía en el S XII, y la “V”…, para esta letra sólo hay que fijarse en el agudo giro que realiza el río Lobos entre la entrada de la cueva y la ubicación de la ermita.
3. Ucero.
La matriz de la tierra, y San Juan, el marcador de los solsticios.
“Otero” podría referirse al monte sobre el cual se ubicaba la encomienda templaria que protegía la ermita. Otero significa cerro aislado que domina un llano, lo que es bastante coincidente con el emplazamiento del castillo, una edificación carente de relevancia estratégica, militar, comercial, o ni siquiera como lugar de paso. No encuentro ninguna otra razón que justificase la construcción de semejante empalizada en la villa de Ucero, que no fuera la vigilancia y protección de la modesta ermita, ubicada a pocos kilómetros de allí. El nombre de Otero resaltaría su función en este caso. Sin embargo, también existe otra inquietante similitud que etimológicamente encaja muy bien con Ucero: ¡Útero!, cuya raíz indoeuropea es “Udero”. La cueva frente a la ermita, con una entrada que se asemeja a una vagina, no podría tener mejor denominación que la del lugar donde se gesta el milagro de la creación de la vida.
La orientación de la ermita no es exactamente de este a oeste, como corresponde al eje mayor de cualquier templo cristiano. Está desviada 23,5 grados hacia el norte. La altura de sus saeteras, y de los rosetones de piedra, está cuidadosamente calculada para que en octubre la luz del Sol incida sobre un camino discretamente señalizado sobre el embaldosado. Con el transcurso de los días, la luz del Sol señala un recorrido sobre el suelo, en forma de “S”, hasta una baldosa única y especialmente decorada que se ubica sobre el suelo, ante la capilla de la Virgen de la Salud (VS), situada al norte. El recorrido de la luz del Sol culmina en esta peculiar losa, justo en el solsticio de invierno, a partir del cual empieza a recorrer de vuelta su camino de salida. La ubicación de esta baldosa está estudiada para que, durante ambos equinoccios, la luz solar incida sobre ella momentáneamente. El estudio de las alineaciones astronómicas de Rafael Fuster y Jordi Aguadell puede proporcionar muchos más detalles sobre este interesante fenómeno. Los rayos solares, que señalan este recorrido en “S”, entran por el rosetón de piedra durante el solsticio de invierno y por la saetera sureste en los equinoccios coincidiendo ambos en la losa de la Virgen de la Salud. ¡Formando una V!
4. Un ermita diseñada para invocar el nombre de Dios.
Estructura y decoración acorde al nombre de Dios y a la matriz numérica.
Hay varios elementos atípicos y especiales, que suelen quedar deslucidos por la aparente simplicidad arquitectónica de la ermita de San Bartolomé. Uno de ellos es la losa de la Virgen de la Salud, cuya estudiada posición, en sintonía con los equinoccios y el solsticio de invierno, ya hemos comentado. Otro elemento es la carencia del preceptivo cimborrio. La nave del transepto, de menor altura que la nave mayor, se sitúa por debajo de las líneas de imposta de la bóveda. Esta disposición arquitectónica está relacionada con los dos rosetones, que enmarcan una cruz de cinco puntas invertida y que, en mi opinión, fue ideada para resaltar las letras del nombre de dios, YHVH.
La Y quedaría proyectada por la línea que conecta dentro de la nave mayor las saeteras del ábside con el estrecho ventanal en el oeste, que hacía las veces de puerta de acceso original, y que se encuentra tapiada actualmente. La H quedaría trazada por los muros de las naves laterales, conectadas transversalmente a través de sus dos rosetones. La V queda resaltada en dichos rosetones, que llaman la atención por el hecho de presentar la cruz de cinco puntas invertida. La H final se ve perfectamente dibujada en la entrada de la ermita. Se halla además doblemente enfatizada, mediante un canecillo, justo en su centro, en la posición número cinco de la línea de canecillos que dibuja la línea transversal de esta H arquitectónica. Este canecillo, no sólo esculpe una H, sino que, si nos fijamos bien, en su parte inferior asoma una vulva y la punta de un glande. ¡Qué mejor forma de representar el poder de la creación! ¡YHVH!
De esta forma tan discreta, la estructura elabora el nombre de Dios, y su funcionamiento. La nave principal (Y) conjura las intenciones del invocador; la nave transversal (H) les da su primera forma; la (V), doblemente significada por los rosetones y por la alineación astronómica, concentra el poder de la creación; y la (H) final da forma final a la manifestación de las intenciones del invocador. Esto significa que lo que consideramos la entrada principal, constituiría la salida, cuando la ermita se utilizaba para los fines de invocación para los que había sido diseñada.
Los motivos geométricos, que decoran los capiteles de las 8 columnas interiores, remarcan sin cesar dos elementos. Por un lado rombos intercalados, y por otro unas volutas encaramadas sobre líneas de puntos. Los nervios que alumbran la entrada principal están ornamentadas por dos flores de cuatro pétalos contrapeadas, con un punto en el centro. Una forma precisa de representar la matriz numérica descrita en este libro. Los rombos son una forma simple de simbolizar el 4+4, con mayor dinamismo que los cuadrados. Las volutas sobre líneas de puntos serán comentadas después, junto a los canecillos, puesto que son un elemento esencial del vocabulario de invocación.
Los cuatro capiteles interiores de la entrada presentan, además de los motivos geométricos descritos, otros símbolos bastante significativos. En el capitel situado al norte, hay una cabeza barbuda que representa un templario; la cruz del Temple también está esculpida en dicho capitel, por si hubiera dudas. En los otros tres capiteles se hallan sendas cabezas pero sin barba: en una se resaltan los oídos, en otra los ojos, y en otra la boca. La barba, además de una prescripción de la regla del Temple, simbolizaba la sabiduría. Esta combinación bien pudiera significar lo siguiente: ¡Quien aprenda a escuchar, a ver y a pronunciar, alcanzará la sabiduría!
Los sillares de la ermita están plagados de marcas pictográficas. Muchas de ellas corresponden a las tradicionales marcas de cantería. Los maestros canteros señalaban, con símbolos característicos de su autoría, las piedras que habían tallado y colocado. De esta manera, el capataz que revisaba el trabajo, podía contabilizar cómo había avanzado el trabajo de cada cantero, y pagarles en consecuencia. Sin embargo hay otras marcas interesantes que son más elaboradas que las utilizadas por los maestros canteros, y cuyo significado no está claro.
5. El mensaje de los canecillos.
Una interpretación de los 112 canecillos que rodean la ermita.
La interpretación propuesta a continuación se basa en la premisa de que el constructor de la ermita tenía conocimiento sobre la estructura de la matriz numérica, y sobre su implicación en los principios cabalísticos subyacentes al nombre de Dios.
Los motivos geométricos que decoran la ermita reflejan las relaciones numéricas de la matriz, y la clave del nueve en sus múltiples combinaciones. La relevancia de la tetraktys queda deducida por la reducción ordenada del total de los 112 canecillos que bordean la ermita: 1, 1+1, 1+2 y 1+1+2, es decir 1, 2, 3 y 4. La tetraktys, y el 4, simbolizan las cuatro letras y la estructura del nombre de Dios.
La ermita fue concebida como un lugar de invocación del poder del nombre de Dios. Los canecillos dan fe de esta función, y aportan instrucciones sobre las claves para lograrlo, como una suerte de referencia mnemotécnica grabada en piedra, además de transcribir un conjuro de protección sobre la integridad del lugar, y de su uso. Para adentrarnos en esta interpretación debemos primero aclarar las palabras elementales de su vocabulario.
El vocabulario de los canecillos:
Rectángulo = Nombre de Dios.
Los canecillos vacíos con un rectángulo, grabado o resaltado, hacen referencia a las cuatro letras del nombre de Dios. En relieve manifiestan su poder, y grabados atraen, o invocan, el nombre de Dios.
Vacío = Voluntad.
Los canecillos completamente vacíos denotan pura potencialidad o, en otras palabras, la voluntad divina.
Barriles = Trabajos.
Los barriles que se muestran en varios canecillos hacen referencia al trabajo interior que el adepto debía acometer para alcanzar sus fines.
Volutas = Resultados.
Las volutas que aparecen, tanto en algunos canecillos, como en los capiteles del interior de la ermita, señalan la evolución, o el resultado, del trabajo del convocante. Las volutas que se presentan solas hacen referencia a la invocación completa. Las volutas también se presentan desglosadas en grupos tres: dos a la misma altura y otra en medio, pero más baja. En este caso denotan que, para alcanzar el resultado, es necesario un equilibrio. Este equilibrio, según el contexto, puede provenir del cielo (Padre, Hijo, y Espíritu Santo), o del invocador (mente, corazón y voluntad). La mente y las emociones han de equilibrarse a la misma altura, para que la voluntad se canalice por su justo medio, sin desviarse hacia un lado u otro.
Plantas = Manifestación.
Otro motivo que se repite, tanto en los canecillos, como en los capiteles del interior, son las plantas, principalmente en forma de hojas. Las plantas simbolizan la manifestación, lo que germina como resultado de la invocación.
Línea vertical = Energía.
Una línea de puntos vertical representa la manifestación de la energía invocada. Quiero resaltar que la experiencia de percepción de esta energía es física, de forma similar a la que se puede sentir con un orgasmo. No se trata de un recurso de la imaginación. Esta energía suele sentirse como pulsos, u ondas, lo que encaja con su representación punteada. En unos pocos casos, la línea de energía es continua, denotando que su dirección no es ascendente, sino descendente.
Cabezas = Sujeto.
Algunos canecillos presentan cabezas con la coronilla tapada y plana, en la que se dibujan círculos concéntricos. Estas cabezas son receptoras de lo divino, bien sea de sabiduría o de poder, o ambos, según lo que transmita la figura. Las cabezas redondeadas no denotan conexión, y se refieren al sujeto según cada contexto.
Una vez establecidos los significados fundamentales de este vocabulario pétreo, procederé a describir la interpretación de cada segmento de canecillos. La lectura de los canecillos se realiza de izquierda a derecha. Se comienza interpretando todos los canecillos de la nave principal y que corresponden al proceso de invocación. Los de la nave transversal cumplen otro propósito, de complemento y de protección.
APERTURA
1. Invocación de apertura. 8 canecillos.
“EN EL NOMBRE DE DIOS. Hágase Tu voluntad ayer, hoy, y siempre, así en el Cielo como en la Tierra. Yo, el invocador, solicito la apertura de estos trabajos. Guíame para escuchar la palabra y hacer Tu voluntad. Que así sea como se cierren estos trabajos.”
- 1.1. Canecillo con rectángulo en relieve manifiesta el nombre de Dios.
- 1.2. Vacío. Totalidad. Hágase Tu voluntad. Pasado.
- 1.3. Vacío. Totalidad. Hágase Tu voluntad. Presente.
- 1.4. Vacío. Totalidad. Hágase Tu voluntad. Futuro.
- 1.5. Como es arriba e abajo. Así en el Cielo como en la Tierra.
- 1.6. Tres barriles separados. Apertura de los trabajos.
- 1.7. Yo, el invocador. Dame oídos para escuchar la palabra.
- 1.8. Inverso de los tres barriles. Que así se cierre el trabajo.
INICIACIÓN
2. Requisitos del Trabajo. 6 canecillos (Portada arriba)
“Venga a mí la sabiduría. He honrado la pureza de mis vínculos, me esfuerzo en pronunciar Tu nombre con todo mi ser, he dominado mis emociones, he serenado mi mente, y tengo oídos para escuchar. Hágase Tu voluntad.”
- 2.1. Cabeza con bonete plano con círculos concéntricos. La sabiduría divina.
- 2.2. Dos hombres desnudos abrazados. Los vínculos puros, sin motivos ocultos.
- 2.3. Flautista con pene (cercenado). Sonar con el cuerpo, mente y emociones.
- 2.4. Rostro de mofa. La expresión de las emociones.
- 2.5. Rostro sereno y bien presentado. La serenidad mental. Escucha atenta.
- 2.6. Vacío. Totalidad. Hágase Tu voluntad.
3. La invocación. 10 canecillos, ordenados según la tetraktys. (Portada)
“Inicio el trabajo unificando los tres niveles. Pronuncio Tu nombre y asumo la responsabilidad. Mi voluntad se manifiesta en la creación con todo su poder. El Nombre de Dios ha sido pronunciado, el ritual ha sido bien conjurado, mi voluntad ha sido escuchada, y la manifestación se ha hecho realidad a través del nombre.”
- 3.1. Inicio del trabajo unificando los tres niveles: Mente, corazón y voluntad. (1)
- 3.2. Barril con 9 secciones, en la cabeza. Pronuncio Tu nombre. (2)
- 3.3. Mi intención es firme, y he asumido el peso de mi invocación. (2)
- 3.4. Rostro conectado con la divinidad (coronilla plana). Mi voluntad. (3)
- 3.5. H con vagina y glande. La manifestación de la creación. (3)
- 3.6. Animal poderoso. Con todo su poder. (3)
- 3.7. Tetraktys desplegada muestra barril. Nombre pronunciado, desvelado. (4)
- 3.8. Cuatro cabezas sincronizadas. El ritual ha sido bien conjurado (4)
- 3.9. Cabeza elevada, casi idéntica a 3.4. Mi voluntad se ha escuchado. (4)
- 3.10. Canecillo plegado al medio. Tu voluntad se pliega a mi voluntad. (4)
4. Desarrollo del Trabajo. 13 canecillos (5+4+4).
“Hágase Tu voluntad así en el Cielo como en la Tierra, puesto que el nombre de Dios ha sido pronunciado. Bendíceme para que mi voluntad sea Tu voluntad, bendice mi fuerza y mi intención para que no flaqueen, bendice el alcance de este trabajo para que llegue donde tenga que llegar, y bendice mi visión para que yo sea un instrumento de Tu propósito.”
- 4.1. Dos rollos arriba y abajo. Igual que 1.5. Así en el Cielo como en la Tierra.
- 4.2. Vacío. Hágase Tu voluntad en el Cielo.
- 4.3. Vacío. Hágase Tu voluntad en la Tierra.
- 4.4. Marca perimetral. El nombre de Dios.
- 4.5. Perímetros concéntricos. Laberinto. Nombre pronunciado, o desvelado.
La cumbrera de la nave transversal separa la primera estrofa de la segunda tanda de canecillos. Esta segunda estrofa de 8 se lee desde su mitad hacia los lados, siguiendo la indicación proporcionada por el primer canecillo de esta serie (4.1.). Los cuatro primeros son iguales, y vienen a significar que la bendición y el poder del nombre de Dios recaigan sobre cada uno de los siguientes.
- 4.6.7.8.9. Marca perimetral. El nombre de Dios.
- 4.10. Cara sobre vacío. Que mi voluntad sea tu voluntad.
- 4.11. Lobo o lince. La fuerza y atención del acecho del lobo o del felino.
- 4.12. Pulpo. El alcance de los cuatro tentáculos, o cuatro elementos.
- 4.13. Cabeza de insecto en la parte superior. La visión del más allá y propósito.
El insecto, en este caso una abeja, es muy apropiado como culmen de la iniciación por varios motivos. La abeja, o el iniciado, trabaja en equipo, contribuye al propósito de la colmena, puede volar con autonomía por el cielo, tiene buena visión y sentido de la orientación. Además, la abeja era el emblema de los merovingios; para los egipcios representaba el poder de la monarquía, producía miel, picaba a sus enemigos, y se relacionaba con el alma. En definitiva, simboliza el trabajo bien hecho mediante laboriosidad y obediencia.
TRABAJO AVANZADO
Las siguientes tres series de canecillos están diseñadas exclusivamente para los maestros, y corresponden a un trabajo distinto que el trabajo de iniciación descrito. Por este motivo, estos canecillos fueron dispuestos en la zona curva del ábside, en el lugar donde se situaba el abad, o el maestro de la ceremonia. La invocación de apertura también es válida para este trabajo. En este caso, empezamos de nuevo, ya que este desarrollo no consiste en una iniciación, sino que da comienzo a un nivel avanzado, que se desglosa a lo largo de tres partes: invocación, advertencias, y resultados; y finalmente culmina con la cuarta serie, el desarrollo, descrita en el ala norte de la ermita.
5. Invocación del Trabajo Avanzado. 6 canecillos (Ábside - Sur)
“Ocurra este trabajo sólo si es Tu voluntad. Que mi voluntad sea Tu voluntad. Elévame hacia el más allá. Dame perspectiva y poder sobre los asuntos políticos y religiosos. Dame sabiduría sobre lo que desconozco. Vela por mi cuerpo físico tanto como por mi cuerpo de sueño durante este trabajo.”
- 5.1. Vacío. La voluntad de Dios.
- 5.2. Cara sobre vacío. Que mi voluntad sea Tu voluntad.
- 5.3. Círculo en lo alto de un rectángulo. Elévame hacia el más allá.
- 5.4. Cuadrado sobre Crismón. Poder sobre los asuntos políticos y religiosos.
- 5.5. Búho de grandes ojos. Sabiduría sobre lo que se desconoce.
- 5.6. Vela por mi cuerpo físico tanto como por mi cuerpo de sueño.
6. Advertencias del Trabajo Avanzado. 6 canecillos (Ábside - Este)
“Éste es un trabajo avanzado. Debe realizarse en el momento adecuado. Al conjurar esta invocación, el miedo te puede devorar, puedes perder la vida, se requiere una gran serenidad. Corres el riesgo de ser poseído por la voluntad del mal.”
- 6.1. Trabajo avanzado. Señalado por el doble de barriles que la iniciación.
- 6.2. Conjunciones y alineaciones. Debe realizarse en el momento adecuado.
- 6.3. Un lobo feroz enmarcado. El miedo te puede devorar en la invocación.
- 6.4. Un cuerpo enmarcado, que no procrea y no habla. Puedes perder la vida.
- 6.5. Un cara serena enmarcada. Se requiere una gran serenidad para invocar.
- 6.6. Demonio sonriente. Corres el riesgo de ser poseído por la voluntad del mal.
7. Resultados del Trabajo Avanzado. 6 canecillos (Ábside - Norte)
“El Cielo y la Tierra atienden Tú, mi voluntad. Manifestarás un cuerpo para visitar los cielos. La voluntad de Dios te bendice. Obtendrás visión y entendimiento sobre las cosas, y te adelantarás al futuro. Doblegarás los acontecimientos según tu voluntad. El poder del cielo se canaliza en ti.”
- 7.1. Canecillo plegado de arriba abajo. Tú, mi, voluntad sea en Cielo y Tierra.
- 7.2. Pájaro. Cuerpo autónomo de sueño, similar al Aj egipcio.
- 7.3. Vacío. Bendición de la voluntad de Dios.
- 7.4. Cara y torso adelantados. Visión de las cosas, y perspectiva sobre el futuro.
- 7.5. Doble quilla. Doblegarás los acontecimientos según tu voluntad.
- 7.6. Estrella de ocho puntas con línea vertical continua hacia abajo.
A continuación se desarrolla la serie más larga, con un total de 22 canecillos, que se corresponden con el desarrollo del trabajo avanzado, igual que su tramo paralelo del lado sur se correspondía con el desarrollo del trabajo de iniciación. Dado que los tres primeros canecillos muestran una evolución del uno, al dos y al tres; y los doce últimos están vacíos, se podría identificar estos 22 canecillos con las letras hebreas, divididas en las tres letras madres, siete dobles y doce simples. Las letras hebreas representan los 22 senderos del árbol de la vida de la cábala, que conectan los 10 sefirot. Sin embargo, no hay constancia de que la cábala estuviera tan introducida en esta época, ni se destaca ninguna alusión a la misma en esta construcción.
Esta serie está dividida, igual que ocurre con su homóloga del sur, por la cumbrera de la nave transversal norte, que parte la secuencia entre el canecillo 9 y el 10. Además, es relevante destacar que la baldosa de la Virgen de la Salud, que indica la confluencia del solsticio y de los equinoccios, se ubica justo en el interior del muro en ese lado norte, y en esa posición. Esta losa es un rosetón de 10 pétalos, lo que refuerza la importancia de este canecillo número 10, y la subsiguiente división de la secuencia.
La baldosa de la Virgen de la Salud combina una cruz patada con una flor de seis pétalos, simbolizando las dos tablas de la ley de Dios, que dividían los mandamientos entre los cuatro de invocación, que abrirían el oído de los cielos, y los seis preceptos de integridad, que elevarían la voz del convocante.
El primer canecillo de esta serie continúa el motivo con el que acaba el último canecillo de su serie homóloga del sur: una cabeza de insecto, una abeja, que en el sur culmina proporcionando al iniciado la visión sobre el más allá, y otorgándole una conexión directa con el propósito divino. En este caso, el desarrollo del trabajo avanzado se inicia donde había culminado la iniciación.
La segunda parte de la secuencia corresponde a 12 canecillos vacíos, que invitan al invocador a recibir la bendición de los doce apóstoles de Jesús, o bien a recorrer el ciclo del zodiaco, a comulgar con las fuerzas de cada signo, y cómo interactúan con la creación. El recorrido por los signos del zodiaco era un ritual ancestral que convocaba el poder del cielo como indica el canecillo 7.6. Este tránsito secreto completa el proceso de evolución del invocador avanzado.
8. Desarrollo del Trabajo Avanzado. 22 canecillos (9+1+12) (Ábside - Norte)
“Alimenta mi presencia en el cielo. Transfórmame, lléname de fuerza, de visión, y de poder. Que mi voluntad se manifieste en el Cielo y en la Tierra. El poder del nombre: Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo lo pronuncio desde mi esencia ancestral, y lo manifiesto en la creación. En nombre de dios, recorro los cielos según Tu voluntad."
- 8.1. Cabeza de insecto (abeja) libando néctar. Alimenta mi presencia en el cielo.
- 8.2. Gran cabeza de insecto libando. Fuerza, visión y conexión. Abeja reina.
- 8.3. Quilla tridente. Que mi voluntad se manifieste en el Cielo y en la Tierra.
- 8.4. Canecillo destruido, no identificable.
- 8.5.6.7. Marco perimetral. El nombre de Dios x 3: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
- 8.8. Cabeza desnuda silbando. Hombre ancestral, sin adornos, canta el Nombre.
- 8.9. Panza ovalada. El poder de creación del número 9, la esencia del Nombre.
- 8.10. Marco perimetral. El nombre de Dios.
- 8.11. a 8.22. Doce canecillos vacíos. Recorrido por los doce signos del zodiaco.
CANECILLOS DE LAS NAVES TRANSVERSALES
Propósito. 6 canecillos (Alero transversal suroeste, junto a la Portada)
“Aquí invocamos el poder. Quien fije firmemente la mente y la emoción, y centre su voluntad, podrá obtener este poder, y manifestarlo en una gran diversidad de formas. Hay dos modalidades para invocar el nombre de Dios en este templo: una persona sola para el ritual avanzado (al norte), o mediante un ritual de iniciación con cuatro personas (al sur). Los caminos de la manifestación de este poder son incognoscibles e impredecibles.”
- 9.1. Tres volutas sobre líneas de puntos. Invocación del poder.
- 9.2. Tres volutas sin nada. Fijamos la mente, las emociones y la voluntad
- 9.3. Tres volutas envueltas en hojas. Envolverse y manifestar el poder.
- 9.4. Tréboles. Manifestación del poder de formas y modos diversos.
- 9.5. Cruz, con persona, cruz y dos rectángulos. Modalidades de ritual.
- 9.6. Tres bolitas y entramado geométrico. Repercusiones de la manifestación.
10. Advertencia. 7 canecillos (Alero transversal sureste)
“¡Templarios! Os conocemos. Sabemos de vuestro afán de obtener el poder para dominar el mundo. Acudid aquí como un obediente cordero; vigilad que los deseos ocultos se impongan sobre vuestra voluntad. Aspiráis a alcanzar el poder celestial. El peso de la responsabilidad caerá sobre el iniciado. Así es la voluntad de Dios.”
- 10.1. Cabeza de templario con yelmo y barba. Igual que el capitel de la entrada.
- 10.2. Dos hombres con cabeza plana abrazando, o dominando, el mundo.
- 10.3. Cordero. Obediencia y sumisión.
- 10.4. La voluntad del animal, o del deseo.
- 10.5. Nombre de dios. Poder celestial. Estrella de 10 puntas (3. Iniciación).
- 10.6. Caiga el peso de responsabilidad de pronunciar el Nombre en vano.
- 10.7. Vacío. La voluntad de Dios.
11. Custodia del poder. 6 canecillos (Alero transversal noreste)
“Aquí invocamos y manifestamos el poder. Nada escapa a su alcance. Nada escapa a nuestro conocimiento. Sabemos pronunciar el Nombre y desplegar todo su poder. No importan cuales sean las circunstancias. Somos sus custodios. Estamos al servicio de su protección y sabiduría."
- 11.1. Voluta sobre línea de puntos, rodeada de tréboles. Invocación del poder.
- 11.2. Tallo y ramas con línea de puntos. El alcance del poder.
- 11.3. Grandes ojos de pájaro en parte superior. Vigilamos desde el más allá.
- 11.4. Cuatro líneas verticales de puntos. Invocamos el poder del Nombre.
- 11.5. Forma con huecos y protuberancias. Las circunstancias.
- 11.6. Cabeza de tortuga en parte superior. Protección y sabiduría.
12. Protección del lugar. 7 canecillos (Alero transversal noroeste)
"¡Dios! Sea Tu voluntad ayer, hoy y siempre. No importa cuales sean las circunstancias o las personas que vengan, que por Tu voluntad este lugar quede protegido. Así sea.”
- 12.1.2.3. Vacíos. Por la voluntad de Dios. Ayer, hoy y siempre.
- 12.4. Forma con huecos y protuberancias. Las circunstancias que vengan.
- 12.5. Vacío. Que sea tu voluntad.
- 12.6. Animal vigilante con pecho prominente. El protector.
- 12.5. Vacío. Hágase tu voluntad. Así sea.
CIERRE
13. Cierre de la Invocación. 8 canecillos.
“Quedan cerrados estos trabajos, como Dios manda.”
Esta tira se inicia con el canecillo inverso de los tres barriles que indica el cierre del trabajo, seguido por 7 canecillos vacíos. Estos tres barriles de cierre se ubican en la misma posición que su homólogo de apertura en el lado sur, manteniendo los trabajos indicados por la secuencia de canecillos siempre cerrados, a menos que se invoque su apertura. Hay otro detalle importante a destacar. El último canecillo, el que cierra la serie, descansa, o se encaja, en el muro del final, mientras que su homólogo de apertura, el primero, el que representa la manifestación de Dios en relieve, se encuentra libre de tocar ningún muro. Nada lo bloquea. La pared occidental de la ermita se construyó ligeramente desplazada para que este último canecillo se apoyara contra ella, dejando libre al primer canecillo. Los siete canecillos vacíos de la serie de cierre de la invocación hacen alusión a la manifestación de la voluntad de Dios sobre su creación. El Génesis describe cómo Dios creó el mundo en seis días, y cómo el séptimo descansó, igual que este último canecillo. ¡Trabajo concluido!